Aquí estoy

Me quedé con el invierno entre los dedos,
pero,
aquí sigo,
viendo a cada rato
el espejo de mi alma,
buscando tu alma,
imaginando que alimento tu alma
de palabras no dichas,
de letras nunca pronunciadas,
esas que se fecundan con los ojos cerrados.
Apretando fuerte el corazón para que en el viento logres escucharme.

Estoy aquí,
viendo tu historia,
contándome mi historia,
inventándome la historia,
para ver si consigo por error
convencer al destino
de cambiar la última página,
o de revelarme a Dios
y escribirla yo mismo
con la miel de tu mirada.

Pero,
aquí estoy,
solo,
entre las paredes de cristal del tiempo,
atrapado,
hundido,
llamado a morir,
esperando.

Estoy aquí,
con el corazón clavado a la pared,
sin piedad,
con las espinas metidas en las manos,
con una lanza de olvido atravesándome el pecho,
estoy aquí,
sin ladrones que me pidan que me salve,
agonizando.

Pero,
sigo aquí,
alucinando tu sonrisa entre las nubes,
esperanzado a que mañana,
Dios derrita tu silencio.

Morirme

Prefiero morirme en tu recuerdo,
como las piedras en los ríos,
eternamente.

Morirme lentamente como las hojas
en el cielo,
como las tardes que se despiden de la luz,
como la luna de mis sueños.

Morirme colgado de tu mirada,
en las horas extras, días sin noche,
en el tiempo que adelante
espera impaciente por ti.

Te escribo y te dejo un beso
con mis dedos mojados
que se guardan en esta hoja de papel.

Noches sin días, semanas sin ganas,
el silencio con sabor a aire
y el aire
con cierto aroma a ti.

Viviré en el perfume de las flores
que nunca te di.
Viviré en la magia del destino,
en la coincidencia irrepetible del amor que no fue.

Escribo para no dejarte morir en mi memoria.
Escribo porque solo sé hablar así.

Te escribo para no perderte,
para morirme lentamente en tu recuerdo,
por no olvidarme que a veces
y tal vez sin quererlo, estés pensando en mí.

Horas Extras

Usted amiga mía,
no sabe,
lo difícil que es atrapar
todo el amor del mundo
en una hoja de papel,
y aun si lo supiera,
no existe tinta
que me alcance para escribirlo.

Usted sabe,
que la pienso de vez en cuando,
y a veces, todo el día.
Lo que no sabe,
es esa inexplicable necesidad
de dibujarla a mi lado.

Usted amiga mía,
viera como disfruto decirle todas estas cosas
en silencio,
tan solo con verle a los ojos.

Lo que no sabe,
que cada noche
cuando las estrellas
me recuerdan su nombre,
su silencio se me clava en el corazón.

Usted amiga mía,
no sabe
que la espero hace más de una vida,
y sin buscarnos,
un día nos encontramos;
muriendo usted un amor,
y naciendo en mí su amor.

Yo, amiga mía, no creo que Dios este practicando tiro al blanco conmigo, lo que sí creo es que a ti te dio mi costilla.

Usted amiga mía,
no sabe,
que no puedo cerrar sus ojos de mi cabeza, ni sé cómo cortarle el agua a los míos.

No sabe, que es el alimento de mi alma
y que usted me ha curado el corazón.


Ah, pero como duele
que no sepa
amiga mía,
que el perfume de su olvido me persigue a todas horas,
que las hojas del tiempo se caen en mis manos y no sabe el vació que me deja su color.

Usted no sabe
que cada vez que veo su cabello,
trato de descubrirle el alma, de apartar sus penas,
de gritarle con las manos
lo que callan mis labios.

Usted amiga mía,
no sabe,
que le pido a Dios un instante eterno,
para tenerla en mis abandonados brazos,
y aun si lo supiera,
no sabe,
que para quererla
no me alcanzaría la vida,
por eso le robo al tiempo
unas horas extras,
para pensar
en Usted
amiga mía.